El tiempo, fragmento de instante ligado al infinito. San Agustín, como teólogo, daba una definición indefinida. Desde Einstein y la relatividad, las matemáticas nos aclaran un poco más su naturaleza, que no lo es.
Pero ¿qué hay del ESPACIO? ¿Precede al TIEMPO o le sucede? Está indudablemente vinculado a él, pero ¿su naturaleza existe más allá del TIEMPO?
A través de estas preguntas encontramos el esbozo de una respuesta dada por la MEMORIA... Sin ESPACIO, no hay punto, ni plano, ni volumen, ni materia revelada. Sin la materia fuente (estado T) no hay evolución posible, ya que no hay origen ni sentido. El TIEMPO aparecería simultáneamente al ESPACIO, pero... como decía San Juan: «La luz precede a las tinieblas», por lo que el instante de la creación existió de manera infinitesimal antes de la creación.
El TIEMPO, en su límite infinitamente pequeño, es depositario de la infinitud del todo, es el INSTANTE. El TIEMPO, ya sea infinitamente largo o corto, no es objetivable, solo puede vivirse, pero no necesariamente sentirse.
El ESPACIO, en su límite infinitamente pequeño, se revela a través del PUNTO, depositario del todo, que es la primera expresión de la materia del todo.
El PUNTO es la primera objetivación de los límites, del límite. ¿No se le puede dar el sentido de paso ONDA/PARTÍCULA?
¡Una MEMORIA es la huella vibratoria de una experiencia que ha perdido su tiempo! Es la primera materialización real y conceptual de una realidad existencial que se desvanece con ella.
El concepto de ESPACIO/TIEMPO es el vínculo entre la materia fuente (estado T) y la materia revelada, entre la ecuación de onda de Schrödinger y la onda de Maxwell, entre lo real y la realidad, como entre la onda y la partícula. Si el instante no diera la información absoluta, ni el espacio ni la materia tendrían razón de ser.
La MEMORIA es el espacio residual del tiempo pasado. Una encarnación de la forma, en cierto modo.